Todavía recuerdo los días previos a la elección del destino. Estaba dispuesto a irme sólo y consideraba que la compañía no era del todo importante. No debía elegir el destino en función de mis amistades, sino en función de mis deseos y pretensiones perso-profesionales. Así lo hice.
No sé si les he contado la historia. Desde que empecé la universidad, ya sabía que el intercambio llegaría algún día, o al menos lo esperaba (risas) porque por desgracia unos cuantos se han quedado por el camino y otros abandonaron. Desde el momento que me enteré que Montreal figuraba como destino y era posible ir en francés, sin lugar a duda era mi máxima preferencia. No sabía por qué.
Había oído cosas buenas de Canadá, de esa ciudad, pero no me pregunten por qué, algo tenía esa ciudad que me llamó la atención desde el primer momento.
En mi universidad, la elección de destinos se realiza de la siguiente forma. Semanas antes de la elección se publica un ranking realizado con las variables notas y nº convocatorias de los 3 primeros cursos de la cual se extrae una media. En función de esa media, y por supuesto, de mayor a menor, se publica el ranking.
Cada destino tiene una serie de características y requerimientos que son necesarios cumplir. Hablo de títulos de idiomas. Si cumples con todos los requerimientos, y hay plaza en el momento de tu elección, el destino es tuyo. Hay dos turnos de elección; un día la primera mitad. Una semana más tarde la segunda mitad.
En mi caso, Montreal era mi preferencia. Había 4 plazas y mi posición era media. A simple vista parecía asequible el destino pero no fue así. 7 compañeros que estaban delante de mí en el ranking estaban interesados en ir de intercambio a Montreal por lo que en ese momento, me di cuenta de que tenía que ir pensando en otro destino porque las posibilidades eran casi matemáticamente imposibles. De 7 personas, 4 tenían que fallar para que yo pudiese ir. Añadiendo claro está, que otras personas que en un principio no estaban interesadas, pero que igual su primera preferencia estaba completa, optaran por ir a Montreal.
Mis conocimientos en inglés no eran excesivamente buenos, cosa que el francés se me daba bien. Tenía varias opciones. Ir a un país de habla francesa, ir a un país de habla hispana o quedarme en San Sebastián. Por supuesto, la tercera opción la anulé desde el primer momento. Hay que aprovechar esta oportunidad. Por lo que en primer lugar quería mejorar mi nivel de francés y entre los destinos más apetecibles eran París y Lille. La verdad que no lo tenía claro. Como mi posición en el ranking era justo el primero de la segunda mitad, tenía tiempo más tiempo para pensar, incluso soñar (de forma ilusa) con la posibilidad de que quedara alguna plaza disponible para mi sueño; Montreal.
Aquella tarde de primeras elecciones estaba haciendo un trabajo en la preciosa y ya derribada “Villa-Nazaret” situada en Miraconcha donde “mal”-vivían nuestras compañeras de clase que estaban de intercambio en San Sebastián. Mi compañero y gran amigo; Iñigo, llamó nervioso a otro compañero y amigo; Julen con el que quería ir de intercambio para saber cómo iban las elecciones y si estaba o no disponible una plaza para él. Interesado le comenté que le preguntara haber como iba Montréal (como quien pregunta algo sabiendo de antemano la respuesta; Está completo). Iñigo con una mirada intensa y sonriente y sabiendo lo que significaba para mí, me dijo que quedan 5 personas por elegir y quedan dos plazas disponibles. Os podéis imaginar el subidón que me entró en ese momento. Hice cálculos y sólo podían optar a esa plaza 2 personas de 5, de las cuales, una era Oscar y la otra Joël el cuál tenía muy claro que se quería ir a Holanda por lo que tenía una plaza disponible para mí.
Seguí los últimos minutos de elección en conversación con Oscar como quien sigue expectante una carrera de caballos y el caballo que va en cabeza es su caballo ganador. Se cerró el día de elecciones y quedaba una plaza disponible; yo era el primero en elegir en la segunda ronda. Os podéis imaginar el grito de alegría, salto, incluso lágrimas que sentí en ese momento. Además de llamadas, mensajes, y más llamadas a mis respectivos, amigos y compañeros de aventura. No me lo podía creer. 4 personas habían rechazado su interés por Montreal. Era casi imposible..
Todavía recuerdo la cara y la voz de Ania cuando le llamé ilusionado de que me iba con ella a Montreal y la pobre estaba triste porque le habían quitado su plaza a California. A día de hoy, estoy seguro que no se arrepiente para nada de que le quitaran esa plaza. ;-)
Mis padres estaban felices ese día. Y yo qué os voy a decir..vi como un sueño se hacía realidad ante una situación que parecía prácticamente imposible. Nunca hay que perder la esperanza.
No sé si les he contado la historia. Desde que empecé la universidad, ya sabía que el intercambio llegaría algún día, o al menos lo esperaba (risas) porque por desgracia unos cuantos se han quedado por el camino y otros abandonaron. Desde el momento que me enteré que Montreal figuraba como destino y era posible ir en francés, sin lugar a duda era mi máxima preferencia. No sabía por qué.
Había oído cosas buenas de Canadá, de esa ciudad, pero no me pregunten por qué, algo tenía esa ciudad que me llamó la atención desde el primer momento.
En mi universidad, la elección de destinos se realiza de la siguiente forma. Semanas antes de la elección se publica un ranking realizado con las variables notas y nº convocatorias de los 3 primeros cursos de la cual se extrae una media. En función de esa media, y por supuesto, de mayor a menor, se publica el ranking.
Cada destino tiene una serie de características y requerimientos que son necesarios cumplir. Hablo de títulos de idiomas. Si cumples con todos los requerimientos, y hay plaza en el momento de tu elección, el destino es tuyo. Hay dos turnos de elección; un día la primera mitad. Una semana más tarde la segunda mitad.
En mi caso, Montreal era mi preferencia. Había 4 plazas y mi posición era media. A simple vista parecía asequible el destino pero no fue así. 7 compañeros que estaban delante de mí en el ranking estaban interesados en ir de intercambio a Montreal por lo que en ese momento, me di cuenta de que tenía que ir pensando en otro destino porque las posibilidades eran casi matemáticamente imposibles. De 7 personas, 4 tenían que fallar para que yo pudiese ir. Añadiendo claro está, que otras personas que en un principio no estaban interesadas, pero que igual su primera preferencia estaba completa, optaran por ir a Montreal.
Mis conocimientos en inglés no eran excesivamente buenos, cosa que el francés se me daba bien. Tenía varias opciones. Ir a un país de habla francesa, ir a un país de habla hispana o quedarme en San Sebastián. Por supuesto, la tercera opción la anulé desde el primer momento. Hay que aprovechar esta oportunidad. Por lo que en primer lugar quería mejorar mi nivel de francés y entre los destinos más apetecibles eran París y Lille. La verdad que no lo tenía claro. Como mi posición en el ranking era justo el primero de la segunda mitad, tenía tiempo más tiempo para pensar, incluso soñar (de forma ilusa) con la posibilidad de que quedara alguna plaza disponible para mi sueño; Montreal.
Aquella tarde de primeras elecciones estaba haciendo un trabajo en la preciosa y ya derribada “Villa-Nazaret” situada en Miraconcha donde “mal”-vivían nuestras compañeras de clase que estaban de intercambio en San Sebastián. Mi compañero y gran amigo; Iñigo, llamó nervioso a otro compañero y amigo; Julen con el que quería ir de intercambio para saber cómo iban las elecciones y si estaba o no disponible una plaza para él. Interesado le comenté que le preguntara haber como iba Montréal (como quien pregunta algo sabiendo de antemano la respuesta; Está completo). Iñigo con una mirada intensa y sonriente y sabiendo lo que significaba para mí, me dijo que quedan 5 personas por elegir y quedan dos plazas disponibles. Os podéis imaginar el subidón que me entró en ese momento. Hice cálculos y sólo podían optar a esa plaza 2 personas de 5, de las cuales, una era Oscar y la otra Joël el cuál tenía muy claro que se quería ir a Holanda por lo que tenía una plaza disponible para mí.
Seguí los últimos minutos de elección en conversación con Oscar como quien sigue expectante una carrera de caballos y el caballo que va en cabeza es su caballo ganador. Se cerró el día de elecciones y quedaba una plaza disponible; yo era el primero en elegir en la segunda ronda. Os podéis imaginar el grito de alegría, salto, incluso lágrimas que sentí en ese momento. Además de llamadas, mensajes, y más llamadas a mis respectivos, amigos y compañeros de aventura. No me lo podía creer. 4 personas habían rechazado su interés por Montreal. Era casi imposible..
Todavía recuerdo la cara y la voz de Ania cuando le llamé ilusionado de que me iba con ella a Montreal y la pobre estaba triste porque le habían quitado su plaza a California. A día de hoy, estoy seguro que no se arrepiente para nada de que le quitaran esa plaza. ;-)
Mis padres estaban felices ese día. Y yo qué os voy a decir..vi como un sueño se hacía realidad ante una situación que parecía prácticamente imposible. Nunca hay que perder la esperanza.
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