Esto se acabó. Aquí estoy en el escritorio de mi cuarto nervioso y tranquilo a la vez. Triste y alegre.
Me quedan menos de 3 horas. 180 minutos para abandonar el que fue mi hogar, mi gente, mis sueños, mis estudios, mis resacas, mis buenas noticias, mis momentos a solas..
Os escribo mientras contemplo por última vez esas maravillosas flores violetas que veo desde mi ventana. Esa casa habitada por judíos a la izquierda que cada domingo desde que empezó la primavera se juntaban con sus atuendos típicos de todo judío ortodoxo. Al fondo la esquina donde estaba ese niño siempre vendiendo limonada cada día festivo. A mi derecha la terraza de mi compañero Loïc. Ya abandonada desde hace una semana.
Ya no oigo a Drhuv, el indú, cantar y despertarme por sus gritos, muy bellos por cierto, con una típica canción de su grupo favorito, el mío también, Pearl Jam. Ya no salgo de casa y me despido de Greg en el salón, siempre fiel a los partidos de Hockey de los Canadiens o viendo de lo que echan en la tele.
Ya no aparece Loïc el belga invitándome a cenar burritos esta noche en compañía de todos y diciéndome que después del partido de los Canadiens y de las cervezas y los burritos jugaremos un campeonato de Poker.
2921. Así es el apartamento en el que vivo y en el que dentro de unas horas podré decir que vivía. Mi portátil siente la tristeza también de sentir que ese escritorio, amplio, negro y de madera no va a volver a servir de base..
Con una lágrima en el ojo a la vez que una sonrisa puesta por todo lo que he vivido, todo lo que he conocido, todo lo que he sentido y soñado. Todas las visitas que he recibido y sobre todo el cariño de la gente. De mi gente de Donosti y otras partes del mundo. A pesar de estar a más de 8000 km han hecho que cada día de mi estancia "fuera" de la que era, y volverá a ser mi casa, haya sido como una simple conversación de teléfono llenas de alegría y aventuras.
Gracias Montreal por acogerme con ese cariño, con ese frío, con esa preciosa, rápida y sobre todo intensa primavera que me regalaste por mi cumpleaños. Esas flores, esa gente tocando tambores, esos músicos callejeros, artistas, pintores, taxistas, empresarios, etc.. personas.
Gracias por despedirme hoy día 14 de mayo con sol radiante, brisa marina, 20 grados de temperatura y tus amaneceres tempraneros..
Je me souviens Montréal.
Merci à tous
Alex
Me quedan menos de 3 horas. 180 minutos para abandonar el que fue mi hogar, mi gente, mis sueños, mis estudios, mis resacas, mis buenas noticias, mis momentos a solas..
Os escribo mientras contemplo por última vez esas maravillosas flores violetas que veo desde mi ventana. Esa casa habitada por judíos a la izquierda que cada domingo desde que empezó la primavera se juntaban con sus atuendos típicos de todo judío ortodoxo. Al fondo la esquina donde estaba ese niño siempre vendiendo limonada cada día festivo. A mi derecha la terraza de mi compañero Loïc. Ya abandonada desde hace una semana.
Ya no oigo a Drhuv, el indú, cantar y despertarme por sus gritos, muy bellos por cierto, con una típica canción de su grupo favorito, el mío también, Pearl Jam. Ya no salgo de casa y me despido de Greg en el salón, siempre fiel a los partidos de Hockey de los Canadiens o viendo de lo que echan en la tele.
Ya no aparece Loïc el belga invitándome a cenar burritos esta noche en compañía de todos y diciéndome que después del partido de los Canadiens y de las cervezas y los burritos jugaremos un campeonato de Poker.
2921. Así es el apartamento en el que vivo y en el que dentro de unas horas podré decir que vivía. Mi portátil siente la tristeza también de sentir que ese escritorio, amplio, negro y de madera no va a volver a servir de base..
Con una lágrima en el ojo a la vez que una sonrisa puesta por todo lo que he vivido, todo lo que he conocido, todo lo que he sentido y soñado. Todas las visitas que he recibido y sobre todo el cariño de la gente. De mi gente de Donosti y otras partes del mundo. A pesar de estar a más de 8000 km han hecho que cada día de mi estancia "fuera" de la que era, y volverá a ser mi casa, haya sido como una simple conversación de teléfono llenas de alegría y aventuras.
Gracias Montreal por acogerme con ese cariño, con ese frío, con esa preciosa, rápida y sobre todo intensa primavera que me regalaste por mi cumpleaños. Esas flores, esa gente tocando tambores, esos músicos callejeros, artistas, pintores, taxistas, empresarios, etc.. personas.
Gracias por despedirme hoy día 14 de mayo con sol radiante, brisa marina, 20 grados de temperatura y tus amaneceres tempraneros..
Je me souviens Montréal.
Merci à tous
Alex
1 comentario:
Vuelve, a casa, vuelve a tu hogar. Como los grandes, te despides en la cumbre.
Gracias por Alex live! in Montréal. Nos veremos Un día cualquiera...
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