05 marzo, 2008

Like a dream..

Desde que hemos llegado a Honolulu no se nos ha quitado en ningún momento el brillo de nuestros ojos, la sonrisa de nuestra boca y el sentimiento de estar en uno de los lugares más bonitos, mágicos e históricos que hay hoy en día en nuestra querida Mamá Tierra. Cada día que nos levantamos damos gracias, sonreímos y nos alegramos de estar viviendo juntos esta aventura en medio del Pacífico.

Sol, after sun, olas, comida y gente exótica, coktails, pescadores, surfers, socorristas, shopping, siestas, relax, billard, poker, playas salvajes, polynesia, volcanes, antiguas baterías de guerra en un cráter de un volcán Diamond Head, barcos hundidos Pearl Harbour, banderas ondeando, Honolulu en definitiva, forma parte de nuestro pan de cada día en estos intensos días de vacaciones. Desde que hemos llegado no hemos parado de hacer mil y un actividades.


El sol sale a las 6:15 am y se pone a las 7 am. Un espectáculo digno de ver en cualquiera de las diferentes playas, calas, miradores. Por supuesto es más asequible para el descanso ver el atardecer. Es increible como todas las playas se llenan de cientos de personas, algunos en grupos con guitarras cantando, cámara en mano, sonrisa en boca y como si de un ritual se tratase.. Todos quietos mirando en una misma dirección; la puesta del sol. Un acontecimiento que dura unos 15 minutos y una vez que acaba, como si fuese la última vez que se vuelve a ver, la gente aplaude, silva, se abraza y se va cada uno a sus respectivos alojamientos agradecido.. Algo que hay que sentirlo, que entenderlo y sobre todo apreciar cada uno de esos momentos, hermosos momentos, que Mamá Tierra nos regala cada día.


Momentos que me hacen recordar aquéllas maravillosos días que pasé en compañía de mis amigos en la bella costa gaditana. Chambao de fondo Mejor me quedo aquí, una brisa marina rozándome el rostro, el mar en calma, Marruecos al fondo, la luna asomando y el sol despidiéndose con un melancólico hasta luego. Son las 7:52pm; el sol se ha puesto hace exactamente 52 minutos y como aquéllos maravillosos días en buena compañía, me despido diciéndoos hasta luego y buenos días. Muy buenos días.

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