30 enero, 2008

Michael Bublé

Como he comentado en el post anterior, he tenido la fortuna de poder haber conseguido entradas para acudir a este espectáculo de este galán nacido en Vancouver; Michael Bublé. En un principio no tenía asegurado ir, después de haber escuchado un par de discos suyos y haber conseguido a Monsieur Jokin que me acompañara nos hemos animado bastante.

Con los nervios en el cuerpo por no saber si quedarían entradas y ya pensando en la reventa nos hemos dirigido al estadio. Por fortuna quedaban entradas y encima de las más baratas, eso sí, como diría mi gran amigo Chus; donde Cristo perdió el mechero, pero bueno estamos de estudiantes y lo importante es poder disfrutar de el espectáculo y hay que mirar un poco el bolsillo. (Las más baratas costaban 60$). Las más caras hasta 300$ en zona VIP y con cena incluída, etc..

Robando lágrimas, sonrisas, pelos de punta, bocas abiertas, aplausos, gritos, expresiones de deseo hacia él mismo, y gestos de lo más bonitos como bajar a pie de público e ir saludando uno a uno a los presentes en las primeras filas (una señora le ha abrazado y le ha tocado el culo, por supuesto luego le ha vacilado un poquito), ha ido donde un niño que tenía 9 años con el que ha mantenido una conversación a micrófono abierto y se ha sacado las respectivas fotos. Como os podéis imaginar toda la prensa se ha ido corriendo al lugar de la escena y supongo que será una de las imágenes de mañana. A su vez, ha tenido el bonito detalle de encargar a alguien que haga un reportaje de video de los rincones con más encanto de Montréal y lo ha puesto en las grandes pantallas que protegían sus espaldas mientras dedicaba una canción a la ciudad de Montréal y daba las gracias al público. Para terminar, ha sorprendido a todos los asistentes apareciendo con una camiseta del equipo de Hockey local (Montréal Canadians) con su nombre escrito y el número 9 a su espalda (9 Bublé). Como os podéis imaginar, si ya hasta entonces tenía al público entregado, con ese pequeño gran detalle, con la camiseta puesta encima de su caro, elegante y entallado traje ha vuelto a dedicar otra canción. El público enloquecido le ha despedido en completa ovación y se ha ido con la sonrisa puesta a casa. Los pequeños detalles marcan las diferencias entre un artistas y un gran artista.


Sin lugar a duda, el pasado 23 de junio me fui del Estadio de Anoeta con un dulce sabor de boca después de haber disfrutado de los tan joven y tan viejo The Rolling Stones. Un espectáculo increible a nivel de conciertos que he vivido. A día de hoy, puedo afirmar que el concierto de hoy quedará en el recuerdo para toda la vida. Menudo show. Increible voz, excelente puesta en escena. Elegancia, profesionalidad, estilo, minimal, soul, jazz, espectáculo de lujo al fin y al cabo han provocado que Monsieur Jokin y yo disfrutásemos como ningunos desde lo más alto del estadio. Os adjunto las fotos que he podido sacar durante el concierto.

1 comentario:

David J. Ortiz dijo...

Vaya ritmo de conciertos y fiestas, veo que no paras. Definitivamente me estás empezando a convencer, de verdad Montreal parece una ciudad increíble.

Yo el día 7 vuelvo a Donostia, ahora toca lo peor; despedidas y tal. Sigue bien.